Juegos olímpicos de Rio muestran las tensiones políticas y económicas que enfrenta Brasil
agosto 23, 2016 en BrasilLa clausura de los juegos olímpicos de Rio de Janeiro 2016 destacó por la ausencia de Michel Temer, el presidente provisional de Brasil que por el momento reemplaza a Dilma Rousseff en el cargo mientras se completa un juicio de destitución en contra de la presidenta. La ausencia de Temer, como lo han anotado varios periodistas y analistas políticos, quería evitar que la ceremonia de clausura fuera una oportunidad para las protestas que en su contra, y en contra de los escándalos de corrupción que hoy han llevado a varios de los miembros del gabinete provisional a ser investigados, han tenido lugar durante los juegos.
La inauguración que tuvo lugar el 5 de agosto presenció dos eventos importantes: por un lado, las protestas que tuvieron lugar en la zona de Copacabana, y por otro los abucheos que recibió Temer cuando declaró los juegos abiertos. Los eventos en torno a los olímpicos no fueron de menor importancia, las protestas en Copacabana obligaron a los organizadores del recorrido de la antorcha a desviarse, justo en la parte del recorrido en la que participarían personajes como el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas y varios líderes del sector empresarial en Brasil.
Sin embargo, este no fue ni el primero ni último incidente. El uso de los espacios de las competencias para manifestaciones en contra del gobierno Temer no fue extraño. De hecho, el Comité Olímpico Internacional presentó una petición ante un tribunal en Rio de Janeiro para que prohibiera las protestas en los eventos y espacios deportivos y fueran desalojadas por la policía. Aun así, el juez que decidió sobre el proceso mencionó que tal acción era imposible, ya que impedir la protesta era un modo de restringir el derecho a la libre expresión. Frente a esta decisión el Comité Olímpico y los medios de comunicación decidieron que ignorarían a los protestantes, como pasó el día de la competencia de la maratón femenina cuando, durante los últimos 10 kilómetros del recorrido, se exhibieron pancartas que exigían la salida de Temer del poder y se le acusaba de ser el protagonista de un golpe de Estado contra Rousseff. Las cámaras que cubrían el evento rápidamente evitaron las pancartas, aunque varias de ellas fueron exhibidas por manifestantes que se metieron sin autorización en el carril de la competencia.
¿Son sólo los olímpicos?
Los eventos en los olímpicos son una muestra de la situación política y económica de Brasil. El país enfrenta una de las devaluaciones más importantes de su moneda en toda su historia, y una reducción significativa en el porcentaje anual de crecimiento del PIB. Con la economía en recesión, un PIB en retroceso, el desempleo en aumento y una inversión privada a la baja, el panorama en el país ha cambiado en el último año, en particular para el gobierno del Partido de los Trabajadores liderado por Dilma Rousseff y su coalición.
De protestas en contra de las medidas de reducción del gasto público del gobierno de Rousseff, especialmente algunas que negaban un aumento en los salarios de los funcionarios públicos, y estipulaban un aumento de impuestos, ahora las manifestaciones se ofrecen en contra del régimen provisional envuelto en varios escándalos de corrupción. Temer ha sido acusado de recibir grandes sumas en un multimillonario caso de corrupción al interior de la empresa nacional de petróleos de Brasil – Petrobras y varios de los ministros que fueron nombrados en el mes de mayo para ocupar el gobierno provisional están siendo investigados.
Esta situación se suma a las protestas que habían tenido lugar en el país durante el mundial de futbol que tuvo lugar en el país en 2014, en contra de las medidas económicas del gobierno nacional en cabeza en el momento de Rousseff al final de su primer gobierno, de las grandes inversiones en infraestructura exclusiva para el evento y publicidad que acompañaron el campeonato y los aumentos en los costos de vida para los brasileños durante ese periodo.
Los olímpicos han sido protagonistas de este tipo de manifestaciones incluso antes del escándalo de la destitución de la presidenta, algunas potencialmente relacionas con violaciones de derechos humanos. Durante la construcción de la villa olímpica de Rio, varios de los habitantes de la zona de Vila Autodromo, protestaron por la presión que ejerció el gobierno de la ciudad de Rio para que los habitantes de esta zona deprimida se mudaran a otras zonas de la ciudad. Del mismo modo, durante los días anteriores a la ceremonia de apertura, la policía de Rio se declaró en huelga por retrasos en el pago sus salarios y la escasez de insumos, mientras que la misma policía fue acusaba de reprimir violentamente las protestas en contra de los juegos y los escándalos de corrupción en Rio y otras ciudades como Sao Paolo. Pero todos estos eventos están íntimamente relacionados con las contradicciones que atraviesa Brasil en el momento.
La economía de Brasil, seguridad y desigualdad
El actual gobierno de Temer está interesado en promover reformas para superar el déficit que consisten en la venta de activos y propiedades del Estado brasileño, y la reducción sostenida del gasto público que disminuiría el tamaño de la deuda del país, y promovería el crecimiento del país en contra de la recesión que experimenta desde hace dos años. Estas políticas, que han sido cuestionadas por su diametral oposición a las iniciativas económicas y sociales de los gobiernos de izquierda de de Ignacio Lula Da Silva y Dilma Rousseff, pretenden devolverles la confianza a los inversionistas en el país y de paso fortalecer al Real brasilero frente al proceso de intensa devaluación que enfrenta.
Si bien este tipo de políticas implementadas por el gobierno Temer parecen haber tenido un efecto inmediato, con el Real lentamente en recuperación (su valor ha subido en un 25% en lo que va del año) y una proyección de aproximadamente 1,6% en el crecimiento del PIB de Brasil, los impactos de estas medidas y los escándalos de corrupción que enfrenta el gobierno actual ponen en duda la capacidad institucional del gobierno de Brasil. Incluso, no es claro si estos resultados son atribuibles a Temer o a las medidas que había implementado Rousseff. La sesión para votar por la permanente destitución de Rousseff que se llevará acabo el último jueves del mes de agosto definirá en parte el tipo de políticas que implementará el gobierno de Brasil en los próximos años y la dirección que tomará el país latinoamericano que durante las últimas décadas ha sido un ejemplo en el subcontinente por su exitosa cruzada contra la pobreza por medio de fuertes políticas de protección social. A fin de cuentas, los resultados en términos de crecimiento del PIB de Brasil y del valor de la moneda nacional frente al dólar no dicen mucho sobre la situación económica del país si no se entiende el modo en que esos resultados son logrados y sostenidos y sus impactos sociales y políticos. La seguridad no es sólo asunto de los inversionistas cuya confianza pretende ganar el gobierno de Temer.
Las reducciones en los programas de protección social, las grandes inversiones en infraestructura para eventos internacionales, la depreciación de la moneda, los enfrentamientos periódicos entre la policía y los manifestantes y el aumento en los costos de vida, son síntomas que afectan en especial a los grupos sociales que han estado excluidos del boom económico brasilero de los últimos años. El modelo de crecimiento de Brasil centrado en aumentar la capacidad de consumo de los hogares y en la provisión de servicios sociales no ha escapado de los fenómenos de desigualdad que siguen siendo protagonistas en Latinoamérica. En Brasil, la exclusión de grupos de minorías, incluyendo indígenas y afrodescendientes y, de poblaciones vulnerables en el campo y la ciudad, está también cobrando factura.
Para tener en cuenta
Los escándalos de corrupción en Brasil, la marcada desigualdad regional y social, la tendencia a la baja en el precio internacional del petróleo, y el fortalecimiento del dólar americano, entre otros factores, han sido elementos importantes en la actual situación económica y política en Brasil. Parece que, como el mundial de futbol de 2014, los olímpicos sirvieron como oportunidad para pasarle una cuenta de cobro al gobierno de Brasil sobre las acciones del gobierno anterior y el gobierno provisional y hacerla visible frente al mundo entero. Es claro que la estrategia de utilizar las competencias deportivas internacionales como espacios propicios para evadir las discusiones políticas no ha sido útil en Brasil.
Es fundamental que las compañías e inversionistas interesados en Brasil tengan en mente que los resultados económicos del país no son el único elemento a tener en cuenta cuando se lleva a cabo algún tipo de inversión, sino también las prácticas institucionales y la posición de las comunidades locales frente a los proyectos de desarrollo. Así lo supo el sector de infraestructura que se vio envuelto en las protestas urbanas en contra de los juegos olímpicos de 2016 y el mundial de fútbol de 2014. El sector extractivo es particularmente vulnerable a poner su reputación en riesgo, ya que es la empresa nacional de petróleos de Brasil la que está relacionada con los mayores escándalos de corrupción que han afectado a los gabinetes presidenciales durante los últimos meses.